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La fiebre del heno tiene un nombre un tanto extraño. En realidad, es un tipo de alergia al césped, no al heno. Además, la fiebre no se encuentra entre sus síntomas. El polen es el agente fertilizante masculino de las plantas florales, los árboles, la hierba y las malas hierbas1. Si bien es muy necesario para el medio ambiente, también es responsable de la aparición de la fiebre del heno, que afecta a entre el 10 y el 30 % de la población total2.
La fiebre del heno es, en realidad, una reacción alérgica cuyos síntomas aparecen cuando el polen entra en contacto con la boca, la nariz, los ojos y la garganta de una persona3. Conocida también como rinitis estacional, se produce cuando el sistema inmune libera histamina y otras sustancias químicas en el cuerpo para combatir los alérgenos. Sus síntomas incluyen picor, lagrimeo de ojos, sibilancias, dolores de cabeza y obstrucción de los senos paranasales.
Dado que existen muchos tipos diferentes de polen, como el de la hierba, el de los árboles y el de las flores, es de suma importancia averiguar a cuál de ellos se es alérgico.
La fiebre del heno afecta a 6,1 millones de niños y a 20 millones de adultos en los Estados Unidos4.
El asma es una enfermedad compleja que, según los expertos, inflama y estrecha de forma intermitente las vías respiratorias de los pulmones. Dicha inflamación provoca que las vías respiratorias se hinchen, lo cual tiene como consecuencia períodos de sibilancias, opresión en el pecho, falta de aire y tos. Se trata de una enfermedad que afecta a personas de todas las edades y que provoca síntomas que pueden ser leves, pero también graves5.
Las sustancias que, como el polen, provocan alergias pueden desencadenar ataques de asma. Cuando una persona inhala una sustancia a la que es alérgica, existe la posibilidad de que desarrolle síntomas de asma. Este tipo de problema, que cada vez es más frecuente, es conocido por la Fundación de Asma y Alergia de los Estados Unidos como asma alérgica6.
Se ha demostrado que la probabilidad de sufrir ataques de asma se multiplica por 54 %7cuando existe exposición al polen.
Los minúsculos granos de polen viajan por medios muy variados (viento, agua, insectos, etc.) hasta las estructuras femeninas en las que se produce la fertilización. Por consiguiente, los niveles de polen en el aire varían en función del lugar.
A la hora de averiguar los niveles de polen en una zona determinada, hay que tener en cuenta tres aspectos:
Dado que podemos ser alérgicos a casi cualquier tipo de polen masculino, el desarrollo de la alergia dependerá de en qué tipos de árboles, hierbas o maleza se esté produciendo la fecundación en un momento determinado.
Del mismo modo, el polen de los árboles, de la hierba o de la maleza puede depender del lugar en el que te encuentres. La ambrosía y el olmo son comunes en la mayor parte de Norteamérica, mientras que el enebro de montaña es más frecuente en Arkansas, Missouri, Oklahoma y Texas8. Por lo tanto, debes conocer cuál es la temporada del polen prevalente en la zona en la que vives.
Ponte en contacto con tu médico para someterte a una prueba de alergia en sangre. ¡De esta forma, podrás saber qué tipo de polen es el que te provoca reacciones alérgicas!
Mis niveles de polen te ofrece información sobre los niveles de polen en la zona en la que vives para que sepas en qué momento exacto debes tomar medidas para evitar reacciones alérgicas. ¡Tener alergias no tiene por qué ser una carga inevitable! Aquí te ofrecemos una serie de consejos que te ayudarán a mantener una vida normal a pesar de padecer la fiebre del heno.
Durante los días de temporada alta del polen, es fundamental ducharse, lavarse el pelo y cambiarse de ropa después de haber estado en el exterior. Esta es la forma más efectiva de reducir la cantidad de polen que introduces en tu hogar.
La vaselina, o cualquier otro sustituto con la misma función, constituye un producto doméstico sencillo y económico que puede ayudar a reducir los síntomas de la fiebre del heno. Si te aplicas una pequeña cantidad alrededor de las fosas nasales, la vaselina podrá atrapar el polen antes de que este entre en tu organismo y provoque una reacción alérgica.
Tener flores frescas cortadas en espacios interiores puede ser una costumbre muy bonita, pero lo cierto es que también pueden liberar polen.
Eso de evitar la entrada de "aire fresco" en el hogar puede sonar contraintuitivo. Sin embargo, cerrar las ventanas puede ser de gran ayuda cuando los niveles de polen son muy elevados en el exterior. De esta forma, es posible prevenir que el polen entre en el hogar y produzca síntomas a las personas alérgicas.
Usar la aspiradora con frecuencia y limpiar las superficies del hogar con paños húmedos puede reducir la cantidad de polen que se acumula en tu hogar. Lavarse las manos con regularidad también puede ser de gran utilidad.
Estás ante la excusa perfecta para pedirle a un amigo o a un pariente que te ayude a cortar el césped. Las personas alérgicas a la hierba deben evitar cortarla siempre que sea posible, ya que hacerlo puede agravar los síntomas.
Fumar no es solo malo para la salud como carcinógeno, sino que, además, la NHS recomienda a las personas alérgicas que dejen de fumar, puesto que hacerlo puede incrementar la gravedad de los síntomas de la alergia15.
Consulta los niveles de polen en el exterior y optimiza la calidad del aire interior para disfrutar de un ambiente más saludable.
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